Así, “NINIOS”, infantes, "dziritzes" de
Yucatán. Los hay de todos colores, tamaños y complexiones; los hay de todos los
estratos sociales, con familias disfuncionales o no, huérfanos, adoptados,
legítimos, sin nombre …. Todos los que un día serán como tú y yo nos vemos
ahora.
Conocí a un grupo de 4 de estos
queridos “ninios” en mi visita a UAYMA.
Al vernos, se nos acercaron sonrientes saludando formalmente con la mano
extendida. Dijeron rápidamente sus
nombres de pila y ofrecieron contarnos la historia del templo, del cenote y la
leyenda de Lolita.
Más por encandilamiento que por
otra cosa, les pedí nos narraran la historia del templo. Arrebatándose el turno en la palabra,
relataron con precisión las fechas de construcción, destrucción y
reconstrucción del santuario. Después orgullosos
señalaron en la parte media del templo, un pequeño ídolo maya incrustado en la
fachada, - los mayas, nuestros antepasados, se burlaron de la fe de los
españoles, pues ellos en realidad, seguían adorando a sus Dioses al entrar al
templo católico que ellos mismos construyeron con sudor y sangre-, dijeron.
Luego señalaron la figura del
“águila bicéfala” que orgullosa se yergue en la fachada: -¿saben lo que
significa bicéfala?- nos preguntaron.
Para conocer su respuesta, les dijimos no saber, así que rápidamente el
más pequeño de ellos dijo –provine del chino-, inmediatamente recibió un “lapo”
del chiquillo mayor, -¡no!- no es del chino, es del latin (así sin acento)- replicó
otro más. No pudimos reprimir una sonrisa, el chiquillo se apresuró a decir, -significa de dos cabezas, una mirando al
pasado y la otra hacia el futuro. Dicen que es sabia-, remató. Después señaló un orificio, que dijo, es el
ojo maya que vigila al pueblo.
Tocó el turno al Benjamín del
grupo, y él habló de “Lolita”, una madre que en la antigüedad vio partir a su
hijo hacia los Estados Unidos en busca de mejor fortuna. –“Se fue con los
“gringos”- dijo otro de los ninios. Según su relato, la pobre mujer falleció de
pena y su espíritu permanece en los alrededores del templo (pues a un costado
se ubicaba el cementerio del pueblo, en aquellos tiempos). Luego afirmó: –dicen que el hijo regresó un día y se enteró
de la muerte de su madre, fue al templo a rezar y desde entonces ella se aparece
algunas veces, esperando de nuevo la visita de aquél a quien ya no pudo abrazar
más-.
Ya nerviosos porque cada vez se
arrebataban más el protagonismo de relatar lo acontecido, les dimos una pequeña
propina que iluminó sus rostros y que sin embargo con serenidad acordaron se le
entregara al mayor de ellos en custodia –para repartirnos el dinero después-,
dijeron.
El hermoso templo es testigo de
la belleza del relato de aquellos “ninios”, de su apuro y necesidad de
contribuir en el hogar y su emoción por contagiar a quien los visita, del amor
a su cultura y a su gente.
Hermoso regalo de vida … Mejen paalaloʼob kiʼimakkúunt u yóol Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario