lunes, 2 de septiembre de 2019

REFLEJO




Soñamos con encontrar el amor de nuestra vida.  Ese que leímos en los cuentos de hadas, vimos en una película o en la lectura de algún libro.  Buscamos afanosamente y en esa búsqueda, nos equivocamos con frecuencia.  Solemos creer que solo aquellos que sobreviven juntos a un matrimonio por muchos años, son aquellos que lo encuentran.  Otras veces creemos que nos espera en alguna esquina y a veces, con tristeza, imaginamos que lo perdimos por estar entretenidos en algo o en alguien más.
Nada más erróneo.  El amor de tu vida siempre has sido, eres y serás tú mismo.  Cuando logras entenderlo, es que puedes dar amor a los demás. ¿Cuántos crímenes se han dado y se darán por la desdicha de buscar en otros lo que está dentro de tí?
Recuerdo el cuento de “El Pájaro Azul” de Rubén Darío, que leí cuando adolescente y que entonces me pareció una historia linda y nada más. Con las vueltas que da la vida, busqué y busqué sin encontrar lo que en mí está.
Confieso que ha sido difícil. He caído en la utopía común muchas veces, pero ha valido la pena, porque me he encontrado, aunque esto haya sido en mis últimos años de vida.  Como dice el refrán “más vale tarde que nunca”.  No se puede dar lo que no se tiene; se puede amar a alguien más, sólo si te amas a ti mismo. La teoría del reflejo, abordada actualmente por el coaching, no es más que la paráfrasis de una ley escrita en el libro más antiguo de la humanidad.
Teo lo sabe. Es por eso que se busca en el reflejo del agua una y otra vez, para recordarse a sí mismo lo bello y especial que es; sólo así puede amar un poquito a sus humanos, para recordarles que el amor está dentro de cada quien, que el amor de tu vida eres y has sido siempre, tú mismo.


Yo.

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