lunes, 19 de agosto de 2019




RETRATO



Cuando era niña veía con curiosidad el retrato grande en la pared de casa de Mamá Tina. Era de fondo en tonos azules y verdes; tenía 3 rostros: el de ella, el de mi papá y el de mi bisabuela. Los tres con rostros adustos, él de traje y bigote, ellas elegantes y enjoyadas con una soguilla dorada de imágenes religiosas -mamita Rosa nunca usó soguilla alguna, así que el ornamento fue de la imaginación del autor-. Al parecer esos “retratos” eran la manera de plasmar la posición social de la época y contribuir a la escasa fotografía de aquél entonces. 

Ví grandes retratos en las salas de las vetustas casonas de mi lindo Calkiní, y en alguna que otra revista en la que se miraba la casa de algún artista; retratos de boda, de de familias completas, de hermosas damas y de guapos galanes. Recuerdo con cariño el retrato de mi abuelo paterno en la casa de paja mi tío Mayo, resaltaban en él sus hermosos ojos azules y su blanca piel; el artista que lo inmortalizó olvidó vestirlo de mestizo con almidonada prenda de botones dorados, lo pintó de saco en color obscuro. Desafortunadamente no aparece a su lado mi abuela Rosa -sí Rosa es el nombre más común en toda mi genealogía-. 

En los retratos pocas veces era visible la firma del autor de aquella obra; al parecer era como un oficio más de aquellos tiempos. Los colores demasiado opacos hacían pensar que no eran reales aquellas miradas y esos gestos. Nunca ví una fotografía que hubiera servido de modelo al artista, pero sí observé algunos retratos de quinceañeras a las que que pude ver durante mi niñez. 

Para mí el retrato significa revivir viejos tiempos, mirar en los recuerdos aquellos rostros otrora llenos de vida, tan reales,hoy etéreos, inmortalizados en el lienzo de un desconocido artista que sin saberlo, dejó la huella de los ancestros en nuestro presente, y en el futuro incierto. Ya no es común hacerse un “retrato”, pues cada vez es más sencillo -y barato- sacar una buena fotografía de los seres queridos y de los buenos ratos; lo siento por nuestros descendientes, la vertiginosidad en los cambios tecnológicos tal vez no les permitan el placer de observar un retrato de familia, descansando en antigua mecedora de madera de la sala de una de las bisabuelas...

Teo tiene retrato, inmortalizando un poco de su belleza para dejar su presencia en la casa de “sus” humanos cuando él falte -a falta de descendencia propia-; la autora es una estudiante de artes visuales especializada en retratos de mascotas, quien lo diría? Vueltas que da la vida. (Yo).

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