En la blanca Mérida, se siente ya
el tiempo de finados. Amanece con
neblina y la temperatura ha descendido unos cuantos grados (no muchos, pero al
menos ya no estamos a 40). Los humanos
desempolvan sus chamarras, sweaters y cobertores. Bufandas y gorros que hace un tiempo compraron en
algún lugar, las “mangas largas” y la ropa gruesa de invierno, empieza a
desfilar.
Aparecen algunas botas de moda, sin
embargo, las chanclas y sandalias siguen siendo el calzado principal -pero con
calcetines y calcetas– por aquello del friito. Los jóvenes gustan de vestir de
shorts y pantalones “rotos” por todos lados, pero eso sí, bien abrigados con
chamarra, sweater y bufanda.
Mis humanos también se vuelven locos, pues creen que al bajar la temperatura, los gatos tenemos frío. Así que me disfrazan con gorro y bufanda sin importar que tengo suficiente pelaje para no sufrir por su “descenso” de temperatura (mi rostro expresa lo que siento cuando hacen eso).
Cosas que solo pasan en mi Yucatán, donde se vive sin duda, en “otro mundo”.
TEO